Nápoles, la belleza oculta

Nápoles, la belleza oculta

Invitados por MICE en Campania y la Oficina de Turismo en Italia, en apenas dos horas aterrizamos con Vueling desde Barcelona en la capital de la Campania, Nápoles. Desde la Plaza del Gesù Nuovo, nos adentramos por las callejuelas hacia la Capilla de San Severo para visitar una verdadera joya: el Cristo Velato de Sanmartino. Dice la leyenda que el velo que lo cubre era realmente un tejido que se convirtió en roca gracias a un líquido inventado por el Príncipe di San Severo, un famoso alquimista masónico napolitano. Además del Cristo Velato, la Capilla de San Severo merece una visita, aunque solo sea porque está llena de símbolos esotéricos y misteriosos.

Dejando de lado a Stendhal, que la comparó con París y dijo que‘Nápoles era la ciudad más bella del universo’, la lista de mitos, tesoros arqueológicos, placeres gastronómicos y belleza natural, hacen de esta ciudad una visita obligada.

Pero quizás lo más sorprende de esta ciudad es ver su réplica subterránea. Lo que en el siglo V a.C. fuera un laberinto de galerías subterráneas para la extracción de la tova y depósitos para llevar agua potable a cualquier punto de la ciudad, en la IIª Guerra Mundial, se convirtió en refugios antiaéreos para resguardarse de las bombas. Meses enteros ancianos y niños convivieron en estas galerías. Oficialmente se llegaron a habilitar 436 refugios con el equipamiento necesario para que hasta 200 000 personas pudiesen permanecer en ellos durante los bombardeos. Tras la guerra, y ante la carencia de medios de transporte en Nápoles, la ciudad subterránea empezó a ser utilizada como vertederos, de forma que se empezaron a colapsar los pozos y depósitos.

A raíz del inicio de la construcción del metro de Nápoles en los años 60, y tras diversas inundaciones, se puso en marcha un paulatino proceso de recuperación de la ciudad subterránea. Esta reforma es lo que ha permitido que actualmente existan las sorprendentes visitas guiadas por las galerías y túneles de la histórica ciudad subterránea.

También en el fascinante subsuelo de la ciudad, encontramos las Galerías Borbónicas. En 1853, el rey Fernando II de Borbón ordena la construcción de unos túneles bajo la ciudad, que comunicaran el palacio real con los barracones militares para que, en caso de necesidad, el monarca pudiera ser evacuado con toda seguridad. Fernando murió antes de que el entramado subterráneo fuera completado, de modo que el proyecto se abandonó y cayó lentamente en el olvido. Durante la IIª Guerra Mundial y los 60, se empleó como almacén de todo tipo de vehículos, que han quedado congelados en el tiempo. Las galerías se encuentran a unos 100 metros de profundidad y con cerca de kilómetro y medio de recorrido. Fue recuperada a partir del año 2000 y ofrece visitas guiadas y copas en un pub en sus profundidades.

El Museo Arqueológico Nacional de Nápoles está considerado uno de los más importantes de su género en Europa, tanto por la calidad como por la cantidad de las obras que expone. Y qué mejor sitio para poder organizar un evento de nivel entre sus salas repletas de historia que en el Salón de la Meridiana. Cenar entre las reliquias de las ruinas de Pompeya o entre la legendaria colección Farnese no tiene precio. Alejándonos un poco de la ciudad, visitamos el Centro de Congresos Città della Scienza. Se trata del moderno espacio para eventos y congresos más significativo del sur de Italia y un ejemplo de reconversión del uso de una zona industrial inmersa en un proyecto de recalificación urbanística. Un planetario, un anfiteatro exterior de 1 400 asientos, 14 salas interiores, 1 000m² interiores en total, todo personalizable bajo una llamativa arquitectura ochentera sabiamente recuperada.

Nápoles, la belleza oculta

Visitando la Costa Amalfitana

A unos 9 kilómetros al noroeste de la ciudad de Nápoles encontramos los Campos Flégreos (una vasta caldera volcánica cuya mayor parte está bajo el agua) a nuestro paso hacia la hacienda vinícola La Sibilla en Bacoli. La región de Campania se extiende sobre zonas costeras y una llanuras fértiles donde también se cultiva vino. Pocas regiones encontramos en el mundo con una historia vinícola tan rica como la que presenta la de Campania en el sur de Italia, con un vino mítico como el ‘falerno’, que pudo suponer un antecedente en la búsqueda de la calidad.

Nápoles, la belleza oculta   

La belleza natural, acantilados abruptos y vistas sobrecogedoras de la Costa Amalfitana son mundialmente conocidos. Ciudades como Ravello, Amafi y Sorrento son poseedoras de tesoros de incalculable valor. Villa Rufolo en Ravello es la punta del diamante inmerso en un patrimonio histórico y arquitectónico. Es una finca palaciega con torres, plantas exóticas y jardines situada en lo alto de un acantilado y con unas espectaculares vistas del Golfo de Salerno. La poderosa familia Rufolo la construyó en el siglo XIII y desde entonces ha alojado a papas, literatos y a miembros de la realeza. El famoso Festival de Música de Ravello, y otros acontecimientos relevantes de la cultura de la región tienen su hueco entre sus paredes y jardines sobre el Mediterráneo. Aprovechándose también de las vistas sobrecogedoras y el declive natural del terreno, en el mismo pueblo de Ravello, visitamos el Auditorio de Oscar Niemeyer. Se caracteriza por el perfil sinuoso de una ola y se aproxima a través de un patio exterior rectangular, que es típicamente el sitio de exposiciones temporales de escultura de clase mundial. El auditorio es un lugar para conciertos y exposiciones.

Pero para capacidad para grandes eventos en la costa amalfitana, lo encontramos en Sorrento, el Centro de Congresos Hilton Sorrento Palace con 24 salas de reuniones, un auditorio para hasta 1 500 delegados, un área de exposición con 3 500 metros cuadrados y el ornamentado salón de baile Nettuno. El Hilton Sorrento Palace dispone de un gran número de habitaciones y todos los servicios para alojar a todos los asistentes a cualquier evento que se quiera organizar en su Centro de Congresos. Dentro de la oferta hotelera de la zona, visitamos el Hotel Imperial Tramontano que goza de una gastronomía excelsa y es un clásico de la zona.

De una imponente majestuosidad tenemos el Palacio Majestuoso de Caserta, el precursor e inspiración para el palacio francés de Versalles y el orgullo de la época de los Borbones. Jardines y salas muy especiales, repletas de historia con tesoros vivientes han acogido eventos como cenas del G7.

Ciudad palpitante e inquieta

Regresando de nuevo a Nápoles, destacamos el hotel Starhotel Terminus, un hotel recién remodelado, moderno y preparado con 172 habitaciones, con una ubicación ideal frente a la Estación central de trenes. Disfruta de vistas 360º sobre la ciudad y en el fondo se divisa el inconfundible Vesubio que aguarda en silencio. Urbano y moderno, así lo es también el Metro del arte de Nápoles que sirve de escaparate de artistas contemporáneos. En contraste con la bulliciosa y a menudo caótica vida de las calles de Nápoles, la serenidad y la sutil belleza de su mundo subterráneo: el del metro de la ciudad, en cuyas estaciones se prolonga la belleza y la elegancia de los edificios del exterior, pero con un toque distinto. Posiblemente la más hermosa de todas estas estaciones sea la de Toledo (el legado español en la ciudad pervive en muchas formas) que fue inaugurada en septiembre de 2012 y diseñada por la firma española del arquitecto Oscar Tusquets Blanca en torno al tema del agua y la luz.

Nápoles, la belleza oculta

Paseando por el festivo Barrio Español llegamos al Teatro de San Carlo. Se trata del teatro más importante de Nápoles y uno de los más famosos del mundo. Inaugurado el 4 de noviembre de 1737, es el más antiguo teatro de ópera activo del mundo. Su palco real puede ser utilizado para grupos especiales y cualquier petición para eventos lo supervisa el equipo del teatro.

Gastronomía y tradiciones

No podríamos dejar Nápoles sin hacer mención a su excepcional cocina napolitana, muy hogareña y tradicional, que aúna platos y costumbres culinarias diversas debidas en parte a las numerosas invasiones que ha sufrido la ciudad a lo largo de su historia. La memoria histórica culinaria de la ciudad y la creatividad propia de los habitantes ha permitido ‘fusionar’ diferentes estilos y tradiciones todos ellos guardados por su población a lo largo de la historia con rigor. Su pizza frita (exterior crujiente y su interior fundido) y dulces como la sfogliatelle (parecido a una pasta de hojaldre rellena) o el bizcocho empapado de licor llamado baba, son solo algunos ejemplos de su gastronomía autóctona. Ni tampoco se puede entender a los napolitanos si no sabes quién es San Gennaro y cómo los napolitanos viven la pasión hacia su Patrón… no es fe, no es amor… ¡es un sentimiento que nace en las entrañas!

 

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